lunes, 16 de marzo de 2020

DOS GESTOS HISTÓRICOS DE JOSELITO Y UNO DE GUADALUPE.




REFRÁN TAURINO.

De buena vaca y buen toro, no puede salir mal ganao.

DOS GESTOS HISTÓRICOS DE JOSELITO Y UNO DE GUADALUPE.

Para la historia quedaron dos gestos que certificaron el amor que José Gómez Ortega “ Joselito El Gallo “ sentía por Guadalupe, la hija del ganadero Pablo Romero. Uno fue la fotografía que Joselito se hizo junto al retrato que el pintor Miguel Ángel del Pino le había hecho a las tres hermanas Pablo Romero y que se presentó en la gran exposición primaveral que organizó el Ateneo de Sevilla en los jardines del Ayuntamiento. Enterado Joselito se fue rápido a la exposición y se hizo una fotografía junto al cuadro para que se viera al lado de Guadalupe.
El otro gesto de Joselito, fue el brindis de uno de sus toros que le hizo a Guadalupe en la plaza de
toros de Bilbao, para hacer público su amor.
También quedó para la historia el gesto de Guadalupe. Se contaba que cuando llegaron los restos mortales del torero a Sevilla, la ciudad entera se echó a la calle vestidos de luto y llorando. Una mujer joven y bella vestida de negro de los pies a la cabeza y como si estuviera cantando una saeta, gritó con todas sus fuerzas:
¡¡¡ JOSELITOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO !!! antes de caer al suelo desmayada. Era la niña Guadalupe, el gran amor de Joselito. La mujer que se quedó soltera y hasta su muerte no faltaron rosas rojas en el mausoleo del torero, dejando dicho en su testamento que jamas faltaran rosas rojas en la tumba del torero.
El padre de Guadalupe Pablo Romero, tenía una gran amistad con Joselito pero, no aceptaba al torero para su hija por ser de etnia gitana.

VANIDAD PROFESIONAL.

Manuel Martinez era el nombre de un individuo que existía en Madrid hacia el año 1835, y se dedicaba a múltiples actividades, era cantaor, bailaor, guitarrista y cachetero en la plaza de toros que existió en La Puerta de Alcalá de Madrid. Ninguno de tales ejercicios tenía trascendencia; pero el hombre era tan conocido en aquellos menesteres como el Conde de Toreno o Mendizabal, políticos de primera fila por entonces.
Se pagaban muchos de sus aciertos como puntillero, y en cierta ocasión, ponderando su habilidad dijo en una taberna ante varios compinches suyos:
Yo no soy un puntillero de esos de tres golpes y repique, si no de uno solo y se acabó.
Y a partir de tan sensacional declaración, por el “ Se acabó “ le conocieron todos y con tal apodo fue designado siempre.

¿ Que quiso expresar el hombre
cuando dijo “ Se acabó “ ?
pues la cosa está bien clara:
“ Para puntillero yo “



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