Por: Paco Aguado
Especial para HOY
Envueltas de buenos sentimientos, las agresivas campañas antitaurinas suelen contar con una más que sospechosa financiación. Las investigaciones publicadas en el diario sueco Aftonbladet y en el portal español mundotoro.com han sacado recientemente a la luz las implicaciones de las multinacionales de productos para mascotas con movimientos animalistas de todo el mundo.
Se trata, pues, de que estos activistas ayuden a crear un estado de gran sensibilidad hacia los animales para fomentar la compra no solo de mascotas, sino además de toda una extensa gama de productos para su cuidado, su alimentación y su mantenimiento, incluyendo asistencia psicológica, pomposos entierros y hasta costosísimas clonaciones.
Estas empresas transnacionales consiguen generar un total de $25 billones anuales, cuando la asociación Acción Contra el Hambre calcula que solo una ínfima parte de esa cantidad bastaría para acabar con la desnutrición de 20 millones de niños en distintos países asolados por la falta de alimentos.
El negocio de las mascotas ha incrementado su volumen en 120% en la última década, tiempo en el que, significativamente, fueron modificado o redactado más de un centenar de leyes de defensa de los animales. La coincidencia obedecería a la gran capacidad de infiltración de estas empresas en los distintos gobiernos y a la utilización de los movimientos animalistas para su beneficio a través de meditadas estrategias de comunicación.
En ese sentido, parece evidente que, cuanto más llamativas sean las campañas de estas asociaciones, cuanto más "mediático" sea el objetivo contra el que enfocan sus ataques -las corridas de toros o la caza del zorro-, más y mejor consiguen los efectos de sensiblería que sostienen tan descomunal negocio.
El mayor activista antitaurino del momento, el "biotecnólogo" argentino Leonardo Anselmi, relacionado también con el negocio de la filosofía veganista, no solo que ha conseguido infiltrarse en los laberintos de la política para conseguir la prohibición de la fiesta en Cataluña, sino que ha recorrido también durante el último año todos los países taurinos de América, incluido el Ecuador.
Sobrado de medios y con acceso a los más decisorios despachos de la administración y del periodismo, el "pibe" ha tenido suficiente tiempo y dinero -aparentemente, el de la suiza Fundación Franz Weber- para provocar este creciente movimiento en contra los toros que podría ocultar intenciones menos altruistas que las que nos quieren hacer ver.
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